Saltar al contenido

La correcta puntuación de los diálogos

¿Eres un escritor de ficción? Aprende cómo optimizar la puntuación de los diálogos para darle a tu obra un acabado más profesional

Los errores en la puntuación de los diálogos se encuentran, según mi experiencia, entre los problemas de corrección más comunes en los libros de autores independientes. 

Cuando encuentro diálogos mal puntuados en un libro publicado, además de la mala impresión que me produce, una cosa me queda clara: la obra no fue tocada por un corrector profesional. Sin embargo, optimizar la puntuación de los diálogos es algo muy fácil de hacer, incluso por el propio autor, y si prestas atención a estas indicaciones, lograrás un texto con un acabado más profesional, así no haya sido sometido a la necesaria corrección. 

A continuación, varios aspectos clave a la hora de puntuar diálogos: 

1-El diálogo se puntúa con raya, no con guion

¿Qué es la raya?  Según la Ortografía de la lengua española de la RAE, la raya es un signo de puntuación representado por un trazo horizontal (—) de mayor longitud que el correspondiente al guion (-), con el cual no debe confundirse.

La raya puede usarse como signo simple o como signo doble, y tiene varios usos, aunque aquí me referiré solo a su empleo en la puntuación de los diálogos, donde tiene dos funciones principales:

puntuación de los diálogos

a) Precede a las intervenciones de cada uno de los interlocutores (a las que en lo adelante llamaré “parlamentos”), sin que se mencione el nombre de estos.  O sea, que en una conversación entre dos o más personajes, cada raya inicial indicará que está comenzando a hablar un personaje distinto del que lo estaba haciendo anteriormente.

¿Qué haces aquí?

Creí que necesitabas mi ayuda.

Como se observa en los ejemplos, no se deja espacio de separación entre la raya y el comienzo de las intervenciones. (El corrector de Microsoft Word —una herramienta muy útil pero no infalible, que debe utilizarse con criterio— suele señalar como un error cuando la raya aparece pegada a un signo de apertura de interrogación o exclamación, como en el ejemplo de arriba. De modo que, en ese caso, debemos ignorar el corrector).

b) La raya también se utiliza para introducir o enmarcar los comentarios o aclaraciones del narrador a los ya mencionados parlamentos. A estos comentarios los llamaré «acotaciones». Estas acotaciones pueden ser más o menos largas, en dependencia del propósito del autor.

Puede ser una breve acotación para identificar al hablante, como en el ejemplo siguiente: 

 —Vine con la mejor de las intenciones —aclaró Pedro.

 Puede ser un poco más larga, e implicar otras acciones o sentimientos del hablante: 

 —Te agradezco que hayas venido —dijo Juan y lo miró intensamente, mientras encendía un cigarrillo—, pero no tenías que haberte molestado.

 O puede ser incluso una descripción mucho más extensa, como en el caso siguiente:

 —Te agradezco que hayas venido —dijo Juan y echó un breve vistazo alrededor, hasta localizar sobre la mesa su cajetilla de cigarros. Caminó lentamente hacia ella, sacó un cigarrillo y, muy pausadamente, lo encendió, mientras clavaba una mirada penetrante en los ya impacientes ojos de su interlocutor—, pero no tenías que haberte molestado.

 2-La raya inicial no necesita ser cerrada

Tenga o no el parlamento acotaciones del narrador, la raya inicial no lleva cierre. Si aparecen otras rayas en el parlamento, estas siempre estarán enmarcando las acotaciones, nunca sirviendo de cierre a la raya inicial. Por lo tanto, la siguiente raya después de la de apertura no irá pegada a la última letra de esa frase inicial, sino que precederá a la primera palabra del comentario siguiente.

Vine con la mejor de las intenciones —aclaró Pedro.

 3- La acotación puede llevar o no raya de cierre, en dependencia del caso

 A) Si tras el comentario no continúa el parlamento, como ocurre en el ejemplo anterior, no se coloca raya de cierre, sino solo punto final.

B) Si la acotación interrumpe la intervención del personaje y esta continúa inmediatamente después, sí habrá raya de cierre, que irá siempre pegada a la última palabra de la acotación y generalmente estará seguida (sin espacio) por un signo de puntuación (punto, coma, punto y coma, o dos puntos), como puede verse en los siguientes ejemplos:

—Te agradezco que hayas venido —dijo Juan—, pero no tenías que haberte molestado.

—Te lo dejé muy claro el otro día —dijo Juan—: ¡no necesito tu ayuda!

Para saber qué signo colocar, solo es necesario visualizar cómo sería el parlamento de no haber acotación. A continuación, veamos esto aplicado a los ejemplos anteriores:

Ejemplo 1:

Parlamento original: —Te agradezco que hayas venido, pero no tenías que haberte molestado.

Con acotación: —Te agradezco que hayas venido —dijo Juan—, pero no tenías que haberte molestado.

 Ejemplo 2:

Parlamento original: —Te lo dejé muy claro el otro día: ¡no necesito tu ayuda!

Con acotación: —Te lo dejé muy claro el otro día —dijo Juan—: ¡no necesito tu ayuda!

Por último, si el parlamento original no tenía puntuación interna, se colocan las rayas solamente:

Parlamento original: Decidiste venir y te pedí que no lo hicieras.

Con acotación: Decidiste venir —dijo Juan— y te pedí que no lo hicieras.

Los ejemplos anteriores muestran también un aspecto muy importante en la correcta puntuación de los diálogos: si la acotación es eliminada, el parlamento debe mantener su coherencia, sentido y puntuación. Por eso, al introducir acotaciones es imprescindible cuestionarse cada signo de puntuación que vamos a utilizar, sobre todo tras la raya de cierre, porque podríamos colocar uno que no solo cambie el sentido del parlamento, sino que inclusive tenga un uso erróneo.

La única excepción a esta regla es el caso en que la oración que precede a la raya de apertura tiene sentido completo y finaliza con punto final, puntos suspensivos o signos de cierre de interrogación o exclamación. Estos signos se dejan en su lugar (anteriores a la raya de apertura de la acotación) y tras la raya de cierre se coloca igualmente un punto final, que no permanecería en caso de eliminarse la acotación. Veamos a continuación que en los casos «sin acotación» habría un punto de más, que he marcado en color rojo y que, al eliminar la acotación, deja de ser necesario.

Ejemplo 1:

Con acotación: —¿Quieres que venga mañana? —insistió Pedro—. Porque tengo el día libre.

Sin acotación: —¿Quieres que venga mañana?. Porque tengo el día libre.

Ejemplo 2:

Con acotación: —La verdad es que eres incorregible… —aseveró Juan—. No puedo contigo.

Sin acotación: —La verdad es que eres incorregible…. No puedo contigo.

4- La acotación puede comenzar con mayúscula o minúscula según el caso.

 Si la acotación va introducida por un verbo de habla (decir, añadir, asegurar, preguntar, exclamar, replicar, reponer, indicar, insistir, etc.), se inicia en minúscula, aunque venga precedida de un signo de puntuación con valor de punto, como el cierre de interrogación o de exclamación, o los puntos suspensivos. Es lo que sucede en los casos siguientes: 

 —¡No tenías que haber venido! —exclamó Juan, visiblemente molesto.

—Pensé que necesitabas apoyo —insistió Pedro.

—Te lo dejé muy claro el otro día —dijo Juan—: ¡no necesito tu ayuda!

 Si la acotación no se introduce con un verbo de habla, y el parlamento precedente constituye un enunciado completo por lo que finaliza con punto, cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos, el inciso del narrador debe iniciarse con mayúscula y, de existir raya de cierre, debería llevar otro punto final inmediatamente después de ella.

—Te agradezco que hayas venido. —Se puso de pie con calculada lentitud—. Ahora puedes largarte.

—Pero… —El hombre se veía confuso. 

—¡No tenías que haber venido! —Y le cerró la puerta en las narices.


 Sin embargo, si el parlamento precedente no constituye un enunciado completo, y continúa tras la raya de cierre de la acotación, entonces esta deberá comenzar con letra minúscula, aun cuando no se introduzca con un verbo de habla.

—¡Lo que acabas de decir —lo miraba con reprobación— está totalmente fuera de lugar!

 5- La acotación tiene su propia puntuación interna.

Este es otro aspecto de la puntuación de los diálogos que puede resultar confuso. En dependencia de su extensión e intención, la acotación puede requerir alguna puntuación interna, pero esta no afectará en absoluto la puntuación del parlamento. Veamos en los siguientes ejemplos acotaciones con diferente extensión y puntuación aplicadas a un mismo parlamento:

Ejemplo 1:

Con acotación: —Te agradezco que hayas venido —dijo Juan, aunque su expresión no era de agradecimiento—. Ahora puedes marcharte.

Sin acotación: —Te agradezco que hayas venido. Ahora puedes marcharte.

Ejemplo 2:

Con acotación: —Te agradezco que hayas venido —dijo Juan. Con parsimonia encendió un cigarrillo y le dio una calada—. Ahora puedes marcharte.

Sin acotación: —Te agradezco que hayas venido. Ahora puedes marcharte.

 Ejemplo 3:

Con acotación: —Te agradezco que hayas venido —dijo Juan, sonriente. «Qué pesado, ¿no se da cuenta de que molesta?»—. Ahora puedes marcharte.

Sin acotación: —Te agradezco que hayas venido. Ahora puedes marcharte.

Hasta aquí el artículo. Creo haber contemplado todos los casos más comunes que se te pueden presentar al corregir la puntuación de tus diálogos. Si te encontraras con alguno que no estuviese explicado aquí, puedes preguntármelo a través de un comentario y con gusto te lo responderé.

Si te ha gustado el artículo, también te invito a expresarlo en un comentario.

Puedes conocer más sobre mi trabajo como correctora aquí

Deja una respuesta

Facebook
Twitter
LinkedIn